En las últimas décadas, el aumento de la incineración en España ha sido notable, convirtiéndose en una opción prioritaria para muchas familias a la hora de despedir a sus seres queridos. Esta tendencia refleja un cambio en las costumbres funerarias, impulsado tanto por factores económicos como por las ventajas sociales que ofrece.
Según datos de la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (PANASEF), en 2005 solo el 16% de los fallecidos fueron incinerados.
Sin embargo, en 2020, este porcentaje se elevó al 45%, y se espera que para 2025 alcance el 60%, superando a la inhumación tradicional.
La incineración: ventajas económicas
Uno de los principales atractivos de la incineración es su menor costo en comparación con la inhumación.
La opción de enterrar a los fallecidos en nichos o sepulturas requiere una inversión significativa, ya que no solo se paga por el espacio en el cementerio, sino también por el mantenimiento y la renovación del mismo a lo largo de los años.
Los nichos tienen un período de concesión que varía entre los 3 y los 75 años, según la localidad. Cada vez incluso hay menos suelo disponible, por lo que los períodos de concesión (o alquiler) se reducen a la mínima expresión.
Al término de este periodo, si la familia no renueva el contrato, los restos deben ser exhumados y trasladados a una fosa común o incinerados.
Por el contrario, la incineración evita estos costos recurrentes, ya que no implica la adquisición de un espacio físico permanente. El proceso de cremación es considerablemente más barato, y las cenizas pueden ser guardadas en una urna o dispersadas, lo que reduce los gastos a largo plazo.
Este ahorro resulta especialmente significativo en áreas urbanas, donde el espacio en los cementerios es más limitado y los precios de los nichos son más altos
"A día de hoy, más de la mitad de los sepelios concluyen con la incineración de la persona finada, superando las inhumaciones mayoritarias hasta la fecha".
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Flexibilidad y conveniencia de la incineración como opción
Además del ahorro económico, la incineración ofrece una mayor flexibilidad para las familias. A diferencia de la inhumación, que requiere un lugar específico para enterrar al fallecido, la cremación permite que las cenizas se conserven en urnas o se dispersen en un lugar significativo. Esta opción es especialmente atractiva para aquellas familias que no desean atarse a los altos costos del alquiler o compra de un nicho, o para quienes prefieren un proceso más sencillo y sin trámites a largo plazo
En las pólizas de seguro de decesos, la posibilidad de elegir entre un capital de servicio universal o uno de incineración también juega un papel importante.
Mientras que el capital universal cubre tanto la inhumación como la cremación, el capital de incineración es más económico, ya que excluye los gastos asociados al nicho. Esta opción permite a las familias adaptar el servicio a sus necesidades y reducir costos, sin comprometer la dignidad del sepelio
Factores sociales y culturales: cómo influyen en la decisión de incineración
La creciente popularidad de la incineración no solo responde a razones económicas, sino también a cambios en las costumbres sociales y culturales.
En muchas grandes ciudades de España, como Madrid y Barcelona, la cremación ya es la opción mayoritaria, alcanzando un 60% en algunos casos.
Este crecimiento refleja una preferencia por los procedimientos más simples y menos onerosos, en línea con las tendencias de urbanización y el aumento de la movilidad geográfica.
Asimismo, en un contexto de falta de espacio en los cementerios y una mayor conciencia sobre la sostenibilidad ambiental, la cremación se presenta como una alternativa más ecológica. Al requerir menos terreno y minimizar los costos de mantenimiento de espacios físicos, la incineración responde a las preocupaciones por el uso responsable de los recursos
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Perspectivas futuras de la incineración como elección
Según las proyecciones del sector, el porcentaje de cremaciones seguirá en aumento en los próximos años, alcanzando el 60% de los fallecimientos en 2025.
Este crecimiento se ha visto impulsado por factores como el incremento de los costos funerarios, la falta de espacio en los cementerios y la simplificación de los trámites asociados a la cremación.
Además, la legislación y las normativas relacionadas con la cremación han evolucionado para reflejar esta nueva realidad.
La Iglesia Católica, que durante años priorizó la inhumación como el rito más adecuado, ahora permite la cremación siempre que las cenizas se conserven en lugares sagrados, como cementerios o iglesias, evitando su dispersión en espacios públicos.
Así pues la incineración se ha consolidado como una opción prioritaria para muchas familias en España debido a sus claras ventajas económicas y sociales.
Con un menor costo que la inhumación y una mayor flexibilidad para los familiares, esta práctica ha ido ganando terreno, especialmente en áreas urbanas. A medida que la sociedad avanza hacia soluciones más prácticas y sostenibles, es probable que la cremación continúe siendo la opción preferida para gestionar el fallecimiento de seres queridos.